El oso polar es el mayor y más fuerte depredador de los hielos marinos y costas árticas barridas por el viento.
El macho adulto pesa en promedio 460 kilogramos, pero su agilidad es tal que puede saltar grietas de hilo de más de 3,65 m. de anchura. Los machos casi desarrollados miden de 2,40 a 2,60 m. de longitud (las hembras 1,80), pero algunos llegan a los 736 kg., 3,30 m. de largo y 1,35 de alto en la cruz.
Asiduo cazador, su extraordinaria fuerza le permite extraer del hielo, por el angosto agujero respiratorio, a una foca de anillos de 90 kg.; con tal ímpetu, que le rompe la pelvis en la extracción.
En invierno las focas excavan y mantienen orificios respiratorios en el hielo. El oso polar las localiza por el olfato y espera a que asomen la cabeza, a veces después de taponear los otros orificios vecinos.
Aunque de costumbres cazadoras, el oso polar come un poco de todo: huevos, algas, virutas, desperdicios de estaciones balleneras e incluso cadáveres de su propia especie. Cuando sale a tierra dispuesto a pasar el periodo letárgico, suele adoptar dietas similares a su próximo pariente, el oso pardo, hartándose de hierbas, líquenes y bayas. Tampoco desdeña animales pequeños como lemmings, y en Alaska, cuando ocurre la remonta del salmón, se dedica a capturar este pez en remansos y torrenteras.
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